Unas Dr. Martens y aquella canción

botaca

Corrían años de feromonas. Todo giraba en torno a la música, los amigos, el instituto y el deporte. En esos tiempos en los que llevar unas Martens te hacía diferente , en esos tiempos en los que uno utiliza su imagen como pancarta de personalidad hiperacentuada siempre en lucha por el number one de la manada. En realidad, no existe una época en la vida que realmente sea vital para el futuro y que realmente no sea común, no sólo en el resto de los humanos, sino también en el reino animal, aquellos tiempos de animal caliente. No hay época en la existencia del ser en la que uno tenga menos claro lo que es y no hay momento en la vida en la que uno se equivoque mas, con tan pocas consecuencias.

En aquellos años London Calling ya era demasiado antigua para ser el himno de mi generación, Anarchy in UK había sonado ya 1.000 millones de veces y hacía una década de la movida madrileña. Aquella época de indefinición personal, lo fue también de calma… Pero, afortunadamente, también hubo un tiempo de acento marcado. Un tiempo de resurgir llamado grunge. Aquel tiempo cocinado durante una década y sacado del horno durante los noventa ayudó a una generación a reencontrase con la anhelada personalidad. Años, no sólo de Martens, también de zapatillas rotas sin brillo en la puntera. Pero, como siempre, el paso del tiempo dejaría víctimas en su inexorable devenir, el grunge también moriría. Aquellas víctimas acompañadas del hedor de las feromonas que fueron desapareciendo en los surcos del vinilo dejando paso a la pulcritud de la superficie brillante y lisa del Compact Disc y la gomina del pelo.

Veinte años ya de aquellos años, sólo el paso del tiempo y con la mirada desde el futuro, podremos analizar si, en la época actual, las Martens han vuelto al mercado o si, finalmente, desaparecieron.

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