Cualquier Sitio

Las escaleras daban acceso al sótano. Detrás de la puerta, otros cuatro peldaños y ya estabas pisando el garito. Era oscuro, con luces giratorias, focos que te deslumbraban, olor a sudor y, sobre todo, decibelios de música que marcó a no pocos.

La barra a la derecha, en el fondo los aseos y la otra escalera (la de emergencia). En medio de todo cuatro altavoces y muchas historias. Historias de todo tipo, tipos para todas las historias. La aventura de cada noche era distinta, la gente la misma.

Aquellos fueron buenos años de fin de instituto. Años de ciclomotor. Por entonces 500 ptas eran cinco tequilas, suficiente para hacer el lelo un reto.

Llegada la noche la calle de La Sartén era un ir y venir de ciclomotores trucados. Por la mañana eran los mismos los que quedaban aparcados en la entrada del Insti.

En definitiva era Cualquier Sitio donde estar y pasártelo bien con los amigos, era Cualquier Sitio porque eso era lo que menos importaba, el sitio.

 

 

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