No entiendo nada

A lo mejor es necesario. A lo mejor lo es y no lo sabemos. A lo mejor lo es y no queremos saberlo.

Houston tenemos un problema. Acostumbrados, acomodados y, ahora más que nunca, acojonados. En una sociedad disparada hacia el bienestar ficticio inculcado por una irreal felicidad. Envueltos en el libertinaje de la libertad sin límites, en la insolidaridad de la desigualdad y en el derecho del no deber. Así estamos.

Antaño país bajo la dura doctrina del totalitarismo ahora bajo el dominio de los medios de masas, los discursos baratos, los genios y figuras y demás papanatas y pelavaudios.

No entiendo nada.

La única realidad es la que existe cuando llego a casa y cierro la puerta. Es el único mundo real. Lo demás está prostituido por la influencia de la economía y la política. Algunos dicen: “la religión también” y yo pienso que la religión también tiene su parte económica y su parte política. La enfermedad es la economía, el tumor la política y la solución…

No entiendo nada.

La única realidad es la insostenibilidad de “esto”. El único futuro es que cada vez estamos más cerca de una meta que nosotros mismos hemos fijado. Todo se agota y esta situación toca a su fin. La historia lo ha demostrado una y otra vez, periodo tras periodo, siglo tras siglo…, todo tiene un final para que pueda haber un resurgir, un mañana y un futuro.

7,2 mil millones de habitantes, armas atómicas, desigualdades sociales, luchas irreconciliables, intereses contrapuestos… todo indica que la situación debe cambiar. No está ya en nuestras manos, no hay remedio. Demasiado tarde para arreglarlo. Sodoma y Gomorra han resurgido y hemos vuelto a caer en el disfrute de la sinrazón, la avaricia del dinero y la codicia del poder.

No entiendo nada.

No son, por desgracia, nuestros políticos los ideólogos avanzados, la cream de la cream de la sociedad, el ejemplo a seguir por los jóvenes, el motor de nuestra sociedad, la esperanza de nuestro futuro y todas esas virtudes que se les supone. Yo me cago en la madre que os parió y os maldigo a vosotros por el daño que estáis haciendo a esta sociedad, a mis hijos, a mi familia, a mis amigos…

Los días siguen pasando, los amaneceres siguen llegando y ellos están allí en sus púlpitos dispuestos a dejarnos anonadados con sus discursos baratos, sus peleas de gallos y su necedad.

Y yo sigo sin entender nada.

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