Tan distintos, tan iguales.

Siempre pensé que era cierto aquello de las dos ESPAÑAS.

Siempre tuve el pensamiento de estar en el lado correcto y que los demás estaban equivocados.

Los demás…, ese terrible enemigo. Los demás están demás como diría Rosendo.

Dos Españas divididas, dos ideas irreconciliables, dos mundos distintos pero eso sí un mismo error. Y es que, en esto, coincidimos estas dos Españas, coincidimos en nuestro error.

Roja nuestra sangre, negro nuestro pasado y gris nuestro futuro.

Que error, craso error.

Uno nace sin España, sin odio, sin rencor, sin envidia, sin pasado, sin miedo,…, pero eso sí, con sangre ROJA.

Roja, mi sangre es roja.

Hermano, tantos años de rencor ¿es que no hemos nacido, los dos iguales, sin pasado?

Que mentira tan grande que error tan enorme. Y uno viéndolas pasar. Los días pasan, pasan las semanas, estas se hacen meses y con los meses llegan los años. El odio se acrecienta, la división nos une, los intereses son irreconciliables, las lecturas son tan diferentes.

Pero mi sangre sigue siendo Roja. Con el paso del tiempo es Roja, con el incremento de odio es Roja.

Hermano, tantos años de rencor ¿es que no estamos por encima de las banalidades de este mundo creado para el odio?

Los intereses de unos pocos guían nuestro futuro. El timón del pasado conduce nuestro futuro.

Y ahora, ¿Qué hacemos, hermano? Por fin nos damos cuenta de nuestro error, por fin unimos nuestra sangre, nuestra misma sangre, para dar un paso en común.

Nuestro último paso, después del camino separados por el odio, el rencor, el miedo… Nuestro último paso, ya sólo nos queda morir.

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